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One Health: en RISA nos tomamos la fauna muy en serio

Ganado ovino. Fuente: IREC

05.06.2020. Cada vez más y sobre todo ante la pandemia actual de la COVID-19 es evidente que los patógenos, las personas, los animales y nuestro entorno estamos interconectados. Desde la Red RISA, hoy en el Día Mundial del Medio Ambiente también hablamos de salud humana y animal.

Este atículo ha sido redactado por los investigadores Ana Balseiro y Alberto Espí de la Universidad de León, Rosa Casais y Luis Royo de SERIDA, Jordi Figuerola de la EBD-CSIC, Antonio Fernández de la ULPGC, Santiago Lavín del SEFaS-UAB y Christian Gortázar de IREC.

La reciente emergencia de SARS-CoV-2 ha vuelto a mostrar que los patógenos no conocen fronteras. Para sobrevivir y multiplicarse, “saltan” entre especies y se adaptan para evolucionar en nuevos entornos. Los patógenos, en sentido amplio, son un componente del ecosistema, igual que lo son las plantas, los herbívoros o sus depredadores.

El concepto de Una Sola Salud (One Health) propone integrar la Salud Pública, la Salud Animal y la Salud Medioambiental, utilizando para ello capacidades de diversos ámbitos, como la medicina, la veterinaria y la ecología. Todo ello para mejorar nuestro conocimiento y nuestra capacidad para evitar y reducir las consecuencias de la emergencia de enfermedades que afectan al hombre, a los animales domésticos y silvestres, así como al propio ecosistema. Su premisa es colaborar de manera eficaz para prevenir y, en su caso, responder de manera efectiva y rápida a nuevas enfermedades, brotes o amenazas dondequiera que surjan, con el fin de dar un diagnóstico acertado y tomar las medidas pertinentes.

Los planes de vigilancia sanitaria para controlar e identificar los patógenos circulantes en las poblaciones animales tienen una importancia esencial ya que nos permiten estar preparados ante posibles saltos de especie. Nuestra sociedad está continuamente sometida a nuevos retos, enfermedades emergentes, re-emergentes y endémicas, que requieren el uso de nuevas tecnologías y la reevaluación de las clásicas para abordar su control. Por ello, las herramientas desarrolladas en los distintos grupos de la Red RISA serán cruciales para enfrentarnos a estas situaciones. Cuestiones tan variadas como la intoxicación alimentaria por ciguatera, la tuberculosis (TB), las enfermedades transmitidas por vectores o la resistencia a antibióticos son buenos ejemplos del enfoque One Health de los miembros de la Red RISA.

Esquema One Health. Fuente: Wikimedia Commons

La ciguatera

La ciguatera es una forma de intoxicación alimentaria por ingesta de pescado en áreas tropicales y subtropicales, con una progresiva extensión geográfica debida al cambio global y cambio climático, que es causada por el consumo de peces que contienen una concentración significativa de ciguatoxina en sus tejidos. El origen de esta biotoxina se encuentra en microalgas que las sintetizan y son ingeridas por peces herbívoros. Otros peces piscívoros acumulan tóxicos al consumir dichos peces. En consecuencia, la concentración de las toxinas aumenta proporcionalmente con la ubicación de la especie en la cadena alimentaria.

En 2004 se diagnosticó clínicamente el primer caso humano en Canarias. La ciguatera se reconoce como un problema sanitario en Europa, no solo para el pescado que capturamos en las Islas Canarias, sino para todo el que viene de otras zonas donde no hay un control efectivo. Actualmente están controladas todas las vías de comercialización del pescado, y no existe riesgo si se trabaja adecuadamente. Desde 2010, una vez establecido por el Gobierno de Canarias, su control oficial lo lleva a cabo el Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), miembro de la Red RISA, con unos 1.500 test anuales, y no se ha producido ningún caso de enfermedad por consumo de pescado sometido a test oficial. [Ver más sobre la ciguatera en la Red RISA]

Tuberculosis animal

La tuberculosis animal es una enfermedad zoonótica causada por micobacterias del complejo Mycobacterium tuberculosis (CMT), cuyo rango de hospedadores incluye muchas especies de mamíferos silvestres y domésticos, y por supuesto, el hombre. La epidemiología de las infecciones multi-hospedador es compleja y, por lo tanto, su control resulta particularmente difícil. Solo es posible erradicar tales patógenos si el control abarca todos los reservorios animales, definidos como poblaciones epidemiológicamente conectadas en las que se puede mantener el patógeno y desde el cual la infección se transmite a la población objetivo, en este caso, el ganado bovino.

Recientemente, estimamos que el número total de animales infectados por CTM en Europa occidental oscila entre 300.000 y 1.600.000, y que el número de animales domésticos y silvestres no bovinos infectados, excede entre 4 y 80 veces al de bovinos infectados, sobre todo en la Península Ibérica. Esto indica la necesidad de adaptar las estrategias europeas actuales, muy centradas en el bovino, a una estrategia One Health, considerando todos los reservorios, incluidos los silvestres, y su entorno. En España se viene avanzando en ese sentido a través del Plan de Actuación sobre Tuberculosis en Especies Silvestres (PATUBES) y los decretos que lo desarrollan. La mayoría de los grupos de investigación de la Red RISA trabajan actualmente en esta enfermedad.

Ganado bovino. Fuente: IREC

Enfermedades transmitidas por vectores

Otro ejemplo de enfermedades emergentes e incluidas dentro del concepto One Health son aquellas transmitidas por vectores –garrapatas y mosquitos–, cuya dispersión se ha visto favorecida por la internacionalización del comercio, el cambio climático y el comportamiento humano. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades transmitidas por vectores representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas, y provocan cada año más de 700.000 defunciones.

La emergencia de estas enfermedades viene determinada por complejos factores demográficos, medioambientales y sociales, que hacen que la distribución de sus vectores y reservorios animales sea cada vez más amplia a nivel global. Entre las enfermedades transmitidas por garrapatas destacan la enfermedad de Lyme producida por Borrelia burgdorferi (endémica en muchas zonas del norte de España), la fiebre Q y la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, en expansión en climas mediterráneos.

La introducción de nuevos vectores en Europa se asocia a nuevos problemas de salud, que en ocasiones se ven complicados por la existencia de reservorios silvestres capaces de mantener los patógenos y en los que éstos son más difíciles de controlar. No es un fenómeno moderno. Ya en el siglo XVIII y XIX, el trasiego de barcos determinó el establecimiento de una especie de mosquito invasora (Aedes aegypti) que favoreció los brotes de la fiebre amarilla proveniente de Latinoamérica, que se registraron en muchas ciudades españolas, incluyendo Cádiz, Córdoba, Barcelona o Madrid.

En el siglo XXI otra especie emparentada y también invasora es el mosquito tigre (Aedes albopictus), que se está expandiendo por buena parte de España aumentando el riesgo de transmisión de enfermedades como las producidas por los virus Dengue, Zika o Chikungunya, que llegan a España con viajeros infectados durante sus viajes a distintos lugares del planeta.

Otro ejemplo es la fiebre del virus del Nilo Occidental, que afecta a humanos, aves domésticas y silvestres y caballos, y lleva décadas circulando en España. Para reducir los riesgos asociados a los patógenos transmitidos por mosquitos es importante evitar su proliferación cerca de las zonas habitadas. Desde la Red RISA grupos como la Estación Biológica de Doñana, IREC, CISA-INIA, IRTA-CReSA, NEIKER, SERIDA o la ULE trabajan desde hace años en este tipo de enfermedades.

En el siglo XIX España sufrió brotes graves de fiebre amarilla, los enfermos provenían de América a través de barcos de colonizadores. Fuente: Wikimedia

Resistencias antimicrobianas

Diversos organismos internacionales como la Agencia Europea del Medicamento (AEM), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE), llevan años llamando la atención sobre la importancia de las resistencias a los antibióticos, sin demasiado éxito. Estas resistencias se consideran en la actualidad como uno de los mayores problemas de salud pública.

La utilización de antibióticos en medicina humana y en animales ocasiona vías bidireccionales de transmisión de microorganismos y de resistencias que hay que tratar con una visión global. La lucha contra la resistencia a los antibióticos tiene que hacerse de forma coordinada entre los diferentes estamentos encargados de la salud pública, la sanidad animal y el medio ambiente. Solo de esta forma podremos dar respuesta a un tema tan complejo y cambiante. Si tenemos en cuenta que el 60% de los agentes patógenos peligrosos para el hombre son de origen animal según la OIE), el uso racional de los antibióticos existentes para proteger su valor curativo es fundamental, pero también lo es la coordinación con los sistemas de salud para detectar rápidamente las desviaciones.

Foto: Dr. Graham Beards at en.wikipedia
Jabalíes en la ciudad. Foto: SEFaS-UAB

Uno de los ejemplos más significativos es el del Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA), patógeno potencialmente mortal para el hombre y cuya presencia, principalmente en animales domésticos, ocasiona un problema grave de salud pública. Los animales silvestres, incluida la fauna urbana como el jabalí, también están implicados, pudiendo actuar como reservorio y agravar el problema, como ha quedado reflejado en diferentes estudios coordinados por el grupo SEFAS-UAB de la Red RISA.

Los ejemplos anteriores demuestran la interconexión de patógenos, personas, animales y entorno, evidenciando la necesidad de investigar e intervenir en salud de forma multidisciplinar.

En lo que se refiere a la COVID-19, y desde el punto de vista de Una Sola Salud, la medicina resulta clave para la atención a los pacientes graves, la epidemiología permite monitorizar la situación y diseñar y evaluar intervenciones, los laboratorios veterinarios contribuyen al diagnóstico y a la investigación, y los ecólogos y biólogos evolutivos revelarán el origen y los mecanismos que favorecen o limitan la emergencia y transmisión de estos patógenos.

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