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SARS-CoV-2 y la interfaz humano-animal

Elisa Pérez-Ramírez1, Joaquim Segalés2,3, Júlia Vergara-Alert2

1 Centro de Investigación en Sanidad Animal - CISA, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC), 28130 Valdeolmos, España

2 IRTA, Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA, IRTA-UAB), Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), Bellaterra, España

3 Departament de Sanitat i Anatomia Animals, Universitat Autònoma de Barcelona, Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), Bellaterra, España

Infecciones naturales por SARS-CoV-2

Los coronavirus son una gran familia de virus que pueden infectar tanto a humanos como a animales. De hecho, una de sus características principales es la gran capacidad para saltar de especie adaptándose con facilidad a nuevos hospedadores. El SARS-CoV-2 no es una excepción y desde su aparición a finales de 2019 se han producido numerosos eventos de transmisión entre especies, principalmente de humanos a animales.

Como todos sabemos, el virus se ha adaptado muy exitosamente a la transmisión entre personas, de forma que actualmente la COVID-19 es una enfermedad humana en la que los animales parecen tener un papel epidemiológico limitado. Aun así, este no debe ser ignorado, puesto que cada vez hay más especies animales que se han visto afectadas y, lo más preocupante, se han confirmado varios casos de transmisión de visones de granja a personas.

Hasta el momento se han descrito infecciones naturales en diez especies animales: gato, perro, tigre, león, puma, leopardo de las nieves, gorila, nutria enana, hurón y visón (Figura 1). En prácticamente todos los casos, el origen de la transmisión fue una persona infectada. El contagio de los animales se ha producido en 3 escenarios epidemiológicos distintos, pero con un mismo factor común: contacto estrecho entre personas y animales: (1) en núcleos familiares que conviven con sus mascotas y/o animales de caza (perro, gato, hurón), (2) en zoológicos donde trabajadores infectados han contagiado a los animales (tigre, león, puma, leopardo de las nieves, gorila, nutria enana) y (3) en granjas peleteras (visón).

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Figura 1. Posible papel de los animales en la transmisión de SARS-CoV-2. En la imagen se identifican potenciales huéspedes intermediarios y animales naturalmente susceptibles a la infección (Fuente: Elisa Pérez-Ramírez)

Por el rango de especies afectadas se confirma que los mustélidos y los felinos son muy susceptibles a la infección, cosa poco sorprendente teniendo en cuenta la experiencia previa con otros coronavirus como el SARS-CoV o incluso con otros virus respiratorios como la gripe.

Es importante recordar que, como enfermedad emergente, es obligatorio declarar todos los casos de COVID-19 en animales. De esta forma y gracias a la información proporcionada por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), sabemos que, hasta el 31 de mayo de 2021, 30 países han reportado casos de COVID-19 en animales con un total de 552 brotes. De estos, más de la mitad (346) se han producido en granjas de visones (Figura 2).

En general, la infección por SARS-CoV-2 causa enfermedad leve en casi todas las especies animales en las que se ha descrito. En gatos, y sobre todo en perros, muchos de los casos han sido asintomáticos. En el caso de presentar síntomas (tos, descarga nasal, estornudos, leve dificultad respiratoria, diarrea y/o apatía), éstos han desaparecido en el plazo aproximado de 7-10 días. Un cuadro muy similar se ha descrito también en las especies afectadas en zoológicos, donde solo se han visto signos clínicos graves en animales de avanzada edad o con otras patologías importantes. Hasta el momento no se ha confirmado ningún caso en el que la COVID-19 haya sido la causa (única) de muerte de un animal, excepto en los visones de granja, donde probablemente las condiciones de estrés y hacinamiento han favorecido el agravamiento del cuadro clínico.

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Figura 2. Número total de brotes de COVID-19 (n=552) declarados en el mundo por especie y región a fecha 31 de mayo de 2021 (Fuente: OIE)

El caso de los visones en granjas peleteras merece una atención especial, tanto por el número de animales y países afectados, como por las graves repercusiones que han tenido los brotes no sólo en sanidad animal sino también, y especialmente, en salud pública. Hasta el momento se han declarado brotes de COVID-19 en granjas peleteras de 12 países, tanto en Europa como en Norte América. En algunos casos, los brotes alcanzaron tales dimensiones que los Gobiernos de varios países llegaron a imponer el fin (definitivo o temporal, mientras dure la pandemia) de la cría de visones en granjas. Es el caso de Dinamarca, que hasta 2019 era el primer productor mundial de pieles de visón, de Holanda o de Francia.

  • Los riesgos sanitarios que supone criar visones en este tipo de explotaciones son múltiples:
  • En primer lugar, y como comentábamos antes, el visón es una especie altamente susceptible a la infección y una vez que entra el virus en una granja es casi imposible pararlo porque se transmite con mucha facilidad ya que los animales excretan grandes cantidades de virus tanto en heces como en secreciones nasales y saliva.
  • En segundo lugar, la intensa replicación que se produce cuando tantos animales se concentran en poco espacio favorece el aumento de la frecuencia de mutaciones y la aparición de variantes potencialmente peligrosas.
  • En tercer lugar, aunque un porcentaje relativamente bajo de animales acaba mostrando síntomas respiratorios y digestivos graves, la enorme mayoría de los visones no desarrolla síntomas, lo que en muchos casos dificulta una detección precoz de la infección.
  • En cuarto lugar, las medidas de bioseguridad en muchas granjas son deficientes y los escapes de animales frecuentes. Esto implica que visones infectados con SARS-CoV-2 podrían escaparse al medio natural (cosa que ya ha ocurrido en USA) con el riesgo que esto supondría para la fauna silvestre y para el potencial establecimiento de nuevos reservorios animales.
  • Y por último y lo más importante, se ha confirmado científicamente que los visones son capaces de transmitir el virus “de vuelta” a los humanos, por lo que las granjas peleteras actuarían como reservorios del virus.

En el caso concreto de España, se han declarado 12 brotes en granjas de visones (siete de ellos muy recientes, en junio y julio de 2021). Teniendo en cuenta que actualmente quedan 26 granjas en el país, la incidencia de la enfermedad es muy elevada. De hecho, en Galicia, donde se concentra la gran mayoría de las granjas, el 40% de las explotaciones peleteras ha sufrido brotes de COVID-19.

En un escenario, esperemos próximo, en el que se consiga controlar la transmisión del virus entre las personas, no podemos correr el riesgo de que existan poblaciones de animales que mantengan, amplifiquen y transmitan el SARS-CoV-2 entre ellas y, eventualmente, generen nuevas transmisiones zoonóticas.

Modelos animales para estudiar la COVID-19

Para poder evaluar el potencial papel epidemiológico de los animales, la patogenia del virus en los hospedadores animales, así como las posibles vías de transmisión, es fundamental llevar a cabo infecciones experimentales. Los modelos animales son imprescindibles también para evaluar la seguridad y eficacia preclínica de un candidato (tratamiento o vacuna) antes de administrarlo en personas. Aun así, es importante destacar que la experimentación animal está estrictamente regulada y que sólo se realiza si no hay un método alternativo.

De esta forma se ha podido demostrar que tanto gatos como visones y hurones son altamente susceptibles a la infección y pueden infectar a otros congéneres con los que conviven. La susceptibilidad es menor en perros y murciélagos, y aparentemente inexistente en cerdos, terneros, pollos y patos. También se ha demostrado que diversas especies de primates son susceptibles y podrían ser un buen modelo animal para reproducir la infección leve en humanos, igual que el hámster sirio dorado que sufre una evidente pérdida de peso, desarrolla lesiones respiratorias, y puede transmitir el virus a otros hámsteres por contacto directo y por aerosoles. Como ya se había observado con los otros coronavirus zoonóticos (SARS-CoV y MERS-CoV) los ratones de laboratorio no son susceptibles a la infección natural o experimental con SARS-CoV-2. Sin embargo, un estudio reciente ha mostrado que los ratones podrían ser levemente susceptibles a algunas de las nuevas variantes, aunque p para poder confirmar estos hallazgos se necesita más investigación al respecto. Los ratones ofrecen muchas ventajas para el estudio de enfermedades humanas, también para la COVID-19. Por ello, se han desarrollado diversas estrategias para conseguir que esta especie sea susceptible a la infección por SARS-CoV-2. De entre los modelos generados, el ratón transgénico para el receptor humano ACE2 (el receptor que utiliza el virus para entrar a las células) es el más ampliamente utilizado.

“Una sola Salud” para prevenir futuras pandemias

La pandemia de la COVID-19 ha planteado muchas preguntas sobre el papel que juegan los animales y su interacción con las personas en la emergencia de enfermedades infecciosas. ¿Va a haber nuevas epidemias o pandemias en un futuro? ¿Podemos hacer algo para evitarlo o para, al menos, estar mejor preparados? La respuesta a ambas preguntas es “sí”. Sí vamos a sufrir nuevas enfermedades emergentes (o reemergentes), y sí podemos hacer algo para estar mejor preparados. Es difícil predecir cuándo se producirá una pandemia, pero sabemos que la emergencia de nuevos patógenos ha incrementado mucho en las últimas décadas y esta tendencia sigue en aumento. Por ello, una buena preparación y vigilancia son las mejores herramientas y en ello deben trabajar los gobiernos y las organizaciones internacionales como la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal).

El SARS-CoV-2 ha puesto de manifiesto muchas carencias de nuestra sociedad. Sin embargo, también ha logrado que profesionales de ámbitos distintos (personal sanitario y científico, epidemiólogos, bioinformáticos, veterinarios, biólogos…) trabajasen conjuntamente con un objetivo común. Con esta pandemia, la naturaleza nos recuerda, una vez más, que animales, humanos y medio ambiente estamos interconectados y que la colaboración multidisciplinar (One Health) es el único camino para la prevención de futuras pandemias.

Aunque el conocimiento que se ha adquirido en estos meses acerca de la infección por el SARS-CoV-2 en animales es enorme, aún hay muchísimas preguntas sin responder, tanto relacionadas con el origen de la pandemia como con la posibilidad de que algunas especies (sobre todo mustélidos) puedan llegar a convertirse en reservorios naturales del virus. Es imprescindible desarrollar herramientas diagnósticas que sean eficaces en animales, así como establecer planes de vigilancia en escenarios de mayor riesgo, como son las granjas de visones y otros mustélidos.

CISA (INIA-CSIC) y CReSA (IRTA) estudian el papel de los animales en la COVID-19

Investigadores de ambas instituciones (CISA y CReSA) están implicados en varios proyectos que tienen como objetivo estudiar el papel de los animales en la pandemia causada por el SARS-CoV-2. Desde el inicio de la emergencia sanitaria han desarrollado una intensa actividad divulgativa tanto en redes sociales como en medios de comunicación para resaltar el carácter zoonótico de la enfermedad y dar a conocer la importante labor que los centros de investigación en sanidad animal realizan en la vigilancia y control de esta y otras zoonosis.

Si te interesa este tema puedes seguirlos en Twitter: @bureli, @QuimSegales, @vergaralert o seguir a Vetinnova.

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